Federico Van Lacke Falco nació en Santa Fe, Argentina, en junio de 1980. En tres de sus más de veinte temporadas como jugador profesional, el bravo escolta de la Ciudad Cordial dejó huella en Valladolid. Su figura permanece inolvidable para la afición pucelana por su entrega, brega y talento dentro de la pista, además de su humanidad fuera de ella. En Baloncesto Valladolid hemos comprobado su calidad como persona y esperamos que este entrevista a Fede Van Lacke, en la que declara que «ojalá esta ciudad vuelva a ACB» la disfrutéis porque es alguien al que merece la pena escuchar.
Baloncesto Valladolid: Bueno Fede, nueva etapa en tu vida, recién anunciado tu retiro, ¿cómo estás?
Fede Van Lacke: Estoy muy contento, muy tranquilo. A lo largo de mi carrera las decisiones que he ido tomando han sido muy meditadas, muy trabajadas y esto es algo que vengo pensando desde hace más de un año. Tenía cierto temor porque tengo amigos y excompañeros que, al dar este paso, han tenido dificultades y complicaciones. Pero estoy tranquilo y animado. También se dio la circunstancia de que fueron apareciendo esas personas clave que han servido de puente entre un punto y otro y ya estoy a tope con mi empresa, preparado y listo para afrontar este nuevo camino.
BV: ¿En qué consiste esta aventura en la que te embarcas?
FVL: Hace cinco años que empecé con el coaching, el desarrollo profesional, la gestión emocional, la motivación y la comunicación. Creo que, para poder ser capaz de experimentarlo con otras personas, es necesario haberlo trabajado tú mismo y eso es lo que he venido haciendo, especialmente el último año. Necesitaba meditar mucho la decisión que iba a tomar, necesitaba la atención fresca para entender lo que la vida me estaba marcando en ese momento concreto. Todo ese camino que recorrí es lo que me confirma que estoy preparado para brindar ese conocimiento y esas herramientas a los entrenadores, a los jugadores para poder sacar el mayor rendimiento de los equipos. El entrenamiento, el descanso y la táctica son indispensables para un deportista pero la cabeza es lo que multiplica todo eso y hace que podamos convertirnos en jugadores extraordinarios.
BV: Regresando a tu pasado en Valladolid, no se si eras consciente de lo que enganchabas a la gente y lo que ellos empatizaban contigo.
FVL: Siempre me he considerado un poco diferente al prototipo de deportista profesional. En estas 72 horas desde al anuncio del retiro me estoy sorprendiendo muchísimo, estoy impactado por la cantidad de mensajes que he recibido. Chavales que, a los seis años, me pidieron una foto o me chocaron los cinco y, ahora con 20, me dicen que eso le cambio la vida, que verme jugar también, que han superado obstáculos. Para mi eso es invalorable. Si bien no he ganado títulos como ACB o Euroliga, esto me hace sentirme campeón de la vida. Cuando jugaba ponía el foco en dejarme todo dentro de la cancha pero, recientemente, me he dado cuenta que también lo dejé fuera porque lo que la gente me esta demostrando me hace quedar con la boca abierta.
BV: Repasemos tu fichaje por Valladolid. ¿Cómo es tu llegada aquí?
FVL: Llego con 27 años y, si bien venía de tres temporadas en Ciudad de Huelva en liga LEB, al final de campaña me ficha Granada y, curiosamente, nosotros ganamos el último partido y Valladolid desciende. Ahí es cuando llega Porfi (Fisac) como entrenador y a mí me envían una propuesta de un equipo cuyo entrenador me quería sí o sí en el equipo, que confiaba en mi capacidad de liderazgo, en mi juego y me daban la posibilidad de hacer un contrato por dos años. Además, teníamos el objetivo inmediato de volver a ACB. Llegué a un club que estaba muy dolido, cuya afición estaba muy enfadada con el propio club, con los jugadores que habían pasado. Y tuvimos que sudar mucho para poder ir sumando un aficionado nuevo cada día, para volver a provocar que la gente ser enganchara. A los pocos meses ya teníamos el campo lleno y ellos veían que peleábamos los balones como hacía mucho tiempo que no se ocurría. Durante los tres años, todos los jugadores tenían ese hambre, ese valor y, por supuesto, el entrenador también. Porfi lo daba todo por el equipo. Llegamos a conseguir una homogeneidad entre equipo, afición, club que luego dio muy buenos resultados.
BV: Una de las características de Porfi Fisac es que siempre ha sabido rodearse de esos soldados que tenían un elemento común, con capacidad de mejora y carácter competitivo.
FVL: Estuvimos todos en la misma línea. Eso se debe a que un entrenador hace fichajes y los elige porque los ha estudiado, sabe sus debilidades y sus fortalezas, sabe qué quiere en ese momento concreto de su carrera. No se ficha por físico o por números, sino porque ese jugador en concreto va a rendir tal y como quiere el entrenador que lo haga, al 100% de sus capacidades. Robert Battle, Stephane Dumas, Victor Baldo o mi caso propio, todos los que estuvimos en ese primer equipo sabíamos lo que teníamos que hacer para devolver al equipo a la ABC. No solo jugando bien, sino disfrutando dentro de la cancha y haciendo que la gente se divirtiera. Porque una afición que estaba acostumbrada a tantos años a ver a jugadores como Oscar, Sabonis u otros, tuvo que bajar a la LEB y, de repente, se encontró con un equipo muy aguerrido, que luchaba como si ese partido fuera el ultimo de su vida. Esa magia se contagió y pudimos lograr el ascenso de forma directa, sin rodeos.
BV: En los tres años que estuviste aquí se cumplieron los objetivos sobradamente, tanto el ascenso, como la permanencia y, finalmente, el regalo de la temporada de la Copa del Rey. ¿Con qué equipo te quedas de esos tres?
FVL: Lo veo muy difícil. Disfruté con todos ellos porque cada año era diferente y tenía jugadores distintos. El primer año en LEB tuvimos un equipo espectacular, directamente candidato a subir y así lo pudimos conseguir. El tercer año veníamos de una temporada asentada, donde habíamos demostrado y ganado el derecho de estar en la élite e hicimos unos fichajes de mayor nivel. En cambio, el primer curso en ACB no teníamos una grandísima plantilla, había mucha más hambre y ambición que calidad. Y, aun así, competimos contra todos, disfrutamos muchísimo y la gente vio que ese quipo no era espectacular pero sí que éramos unas piezas que encajaban en un puzzle perfecto. Y creo que fue el año donde mas rendimiento tuvo el equipo de acuerdo al talento de la plantilla.
BV: Si que se vió en esos grandes años la continuidad en la plantilla, que muchos de vosotros siguierais en el equipo más de una temporada, lo cual no es habitual. ¿Ayuda a esa identificación y a esa vinculación con el club?
FVL: Lamentablemente no es lo habitual, es verdad. Y sí, ayuda muchísimo, sobre todo porque la gente percibe que en el club hay una idea, un proyecto estructurado y organizado, que valora lo que tiene dentro de la plantilla. Es normal que haya cambios por intentar mejorar o porque un jugador tenga que abandonar porque ha dado un gran salto de calidad, pero es muy bueno y favorable para el público que se pueda mantener un bloque, que se identifique, que vea en los medios a sus jugadores. Como decía Porfi, nosotros éramos “sus chicos” y eso lo percibía la afición también. Solo cuando la situación económica se hizo insostenible tuvimos que cambiar de rumbo.
BV: La campaña 10/11 fue estelar, con partidos de mucho nivel en Pisuerga, compitiendo (y ganando) a todos los equipos de la liga, clasificando finalmente para la Copa Del Rey como cabeza de serie.
FVL: Era muy divertido jugar en ese equipo, era tal la química que teníamos que lo hacia todo mas fácil. También influía la competitividad dentro de la plantilla, te diría que en los tres años. Los entrenamientos eran durísimos hasta el punto de que Porfi tenía que cortar porque nos pasábamos de la raya. Nadie quería perderse una sesión, ni la practica de tiro antes del calentamiento, todos éramos unos enfermos para poder competir y querer ganar. Disfrutábamos mucho y eso se notaba y mucha gente que, quizás no le gustaba el baloncesto, se terminaba enganchando. Siempre digo que, en cualquier punto del mundo, más allá de ganar o perder, lo que la gente quiere es que sus jugadores peleen del primero hasta el último. Si eso se percibe cada jornada, te garantizo que da igual el resultado porque la gente se va contenta a casa.
BV: Todo eso, además, se traducía en un juego dinámico, atractivo y muy vistoso. Y llegaban las victorias por supuesto.
FVL: Si, es cierto. Había mates, había alley oops, tapones, grandes defensas, nos tirábamos de cabeza a los balones, etc. Y así era cada día. No es que nos motivaba jugar contra el Barça o el Madrid, nos motivábamos nosotros mismos. Todo eso la gente lo valoró y aún hoy sigo yendo a Valladolid y la gente me para y me pide una foto porque tiene en su retina lo que hicimos esos años. Creo que tenemos un gran tesoro ahí.

BV: ¿Cómo has vivido esta debacle del baloncesto en Valladolid con la desaparición del club en el que estuviste y el posterior renacer de la mano de la entidad actual?
FVL: La viví con mucho dolor, sobre todo porque veía a los que yo consideraba mi familia en Valladolid muy tocados, muy tristes, con mucha rabia. Y eso duele. Porque habíamos sido capaces de devolver al equipo a lo que la ciudad merecía y, de repente, todo otra vez se echó todo por la borda por gestiones que no fueron las ideales o las más adecuadas. Pero, pasado eso, la llegada de Mike Hansen, desde abajo, con humildad y honradez, fue devolviendo esa identidad y enganchando a la gente. Ahora sí que veo a mis amigos ilusionados y tengo ganas de que pronto se pueda consumar un ascenso para ver al equipo compitiendo nuevamente en ACB.
BV: ¿Podemos decir si este CBC Valladolid se ha puesto en contacto contigo en estos años?
FVL: Que yo sepa, no. Que mi intención era poder jugar, sí. Pero siempre respeté las decisiones del club y de los entrenadores que estaban en su momento. Lo tomo como parte de la vida deportiva aunque sí que es verdad que me hubiese gustado ir y vivir una experiencia diferente a la de años anteriores. Pero bueno, yo deseo que esa gente y esa ciudad pueda volver a ACB, que Pisuerga se llene y que disfrute porque se lo merece de verdad.
BV: De toda tu carrera, ¿con qué momento te quedas? ¿Y en Valladolid?
FVL: A nivel general, tengo que remontarme a la temporada 2015 con Estudiantes, cuando jugamos contra el Barcelona, allá por diciembre. Ese día terminamos ganando, inaugurábamos patrocinador y anoté treinta y pico puntos. Pero no solo dentro de la cancha fue especial, también fuera. Porque justo ese día mi hija salió del hospital después de ese episodio tan complicado que tuvo nada más nacer. Ese día fue perfecto. Si hay algo que pueda ser más perfecto, para mí, no existe.
En Valladolid hay un momento puntual que fue el día del mate contra Melilla. Tuve una semana difícil, con golpes en las manos, las tuve vendadas, no podía tirar pero yo quise estar. Ese día yo no había anotado, no podía tirara al aro, estaba con mucho dolor y recuerdo unas palabras de Porfi cuando estaba acabando el partido: “Fede, necesito que hagas una acción que me dé el partido”. Y, después de un tiro de Battle que sale para arriba, yo no sé cómo, termino saltando por encima del resto y corrijo el lanzamiento fallado con un mate, permitiéndonos ganar, ser líderes y ascender a LEB a la semana siguiente.